I Descenso BTT del Canal Imperial, El Bocal – Zaragoza
15 de Septiembre
El descenso del camino de Sirga del canal Imperial en bicicleta es un objetivo que la mayor parte de los betetistas zaragozanos se han planteado hacer alguna vez. Es un recorrido fácil, completamente llano, pero no esconde cierta dureza para los no experimentados por su buen número de kilómetros: más de ochenta hasta Zaragoza.
Esta propuesta implica una dificultad añadida: la necesidad de desplazarse hasta El Bocal para iniciar allí el trayecto. El medio más habitual para llegar es el tren, que te deja en Tudela (diez kilómetros de propina), exige un pequeño madrugón y no permite coincidir en sus vagones un elevado número de bicicletas. Por otro lado, realizar el recorrido a solas conlleva el riesgo de sentirse desamparado ante averías o alguna caída.
Para superar todos estos inconvenientes ajenos al que ya entraña lo deportivo, El Pedal Aragonés organizó el pasado día 15 de septiembre un Descenso del Canal dedicado a los betetistas solitarios y no enmarcados en grupos ya constituidos. El resultado fue excelente. Se superaron los objetivos al responder a la llamada –sin apenas difusión- nada menos que cuarenta y cinco interesados, entre ellos algunos jóvenes “becarios”. Está bien eso de facilitar a los jóvenes el acceso al deporte.
El caso es que un autobús, un furgón de servicio técnico, otro furgón de coche escoba con servicio médico y un vehículo de avituallamiento completaron la infraestructura necesaria para que esta propuesta gozase de todas las garantías. Por el camino dos completos avituallamientos sólidos y líquidos en Gallur y Murallas de Grisen.
Sin necesidad de presionar a nadie, dejando la opción a que cada cual hiciera “su descenso”, todos los inscritos se sometieron a una marcha acomodada a su estado de forma, pero respetando las pausas propuestas.
En general se advirtió un buen estado de forma de los inscritos. Muchos de ellos descubrieron un Canal Imperial inédito y quedaron con la satisfacción de haber homenajeado a su manera a aquel creador de una de las obras más valiosas de Aragón, Ramón de Pignatelli. Sin duda alguna la que más riqueza ha aportado en los dos últimos siglos gracias a los regadíos que generó. Unir cultura y deporte es lo máximo a lo que podemos aspirar desde nuestra modesta posición, y esta marcha lo consiguió.
Tuvimos el favor del cierzo, que de forma moderada nos apoyó hasta Valdefierro (Zaragoza), y el dedo historicista de Fernando Sánchez que con su máquina fotográfica dejó constancia del acontecimiento. Fernando se está convirtiendo en el gran cronista del ciclismo aragonés. Tiene todo nuestro reconocimiento y gratitud.
Hubo algún pequeño desafío deportivo entre los más inquietos pero al final, quedó el rescoldo de haber pasado una mañana de bonito ciclismo.
Los organizadores, que tuvieron el empeño de dar carácter federativo a la Marcha, debieron solicitar catorce licencias de un día a la FAC, ciertamente excesivamente caras, y así todos estuvieron cubiertos por los seguros de las mismas. Finalmente agradecer a la Confederación Hidrográfica del Ebro el permiso otorgado para realizar por sus dominios esta enriquecedora Marcha Cicloturista que esperamos repetir en años sucesivos.